La posición estratégica que aún conservaba Valparaíso sobre las rutas marítimas de la costa occidental del Pacífico sur, la existencia de una colectividad alemana porteña no muy numerosa pero activa, y la cercanía con la capital, fueron las razones que motivaron al agregado aéreo de la Embajada alemana Ludwig von Bohlen, nacido en Valparaíso, para instalar oficinas en la calle Prat apenas fue nombrado en Hamburgo hombre de confianza del III Reich, con el fin de armar una red de espionaje en Chile.
Ex Banco Trasatlántico Alemán, hoy Registro Civil de Valparaíso
Conocido y apreciado en los ambientes políticos y militares chilenos, von Bohlen representaba la posibilidad de hacer realidad los planes de Hitler de extender su poder hacia el continente americano una vez terminada la guerra, y el hábil comisionado chileno-alemán determinó que todos los agentes reclutados en los puertos de América del norte y del sur sobre el Pacífico, debían enviar sus informes a la casilla 434 del correo central de Valparaíso.
Ex Correos de Chile en Valparaíso, hoy sede del Consejo Nacional de las Cultura y las Artes.
Una vez traducida la correspondencia por una agente que vivía en Valparaíso, todo el material era enviado a la Embajada en Santiago para clasificarlo, y vuelto a despachar a Valparaíso para remitirlo hacia Alemania. Interesaban especialmente los artículos de aviación militar norteamericana que aparecían en revistas de toda clase, y los movimientos de los barcos que entraban y salían de los puertos.
Los agentes reclutados en Valparaíso, que de preferencia vivían en el cerro Alegre, aprovechaban la vista privilegiada de este enclave sobre la bahía para mantener control sobre el movimiento de los barcos mercantes, tanto de bandera nacional como extranjera, y de este modo elaborar minuciosos informes que incluían la circulación de buques de la armada chilena.
Cerro Alegre de Valparaíso
El trabajo de los espías también implicaba obtener apoyo económico de firmas comerciales instaladas en Chile, afines a los objetivos del III Reich, y entre estas se encontraban empresas porteñas como la de la familia Hucke, de origen alemán, que desde 1906 había establecido una fábrica de galletas y chocolates en el sector El Almendral. La estructura de la industria era una armazón metálica estilo mecano construida totalmente en Alemania, y transportada en barco para ser armada en Valparaíso.
Ex fábrica de galletas y chocolates Hucke, hoy Chilquinta, en Valparaíso
La red de espionaje montada por von Bohlen en Valparaíso contaba con un medio muy eficaz para comunicarse rápidamente con Alemania, y cursar información oral de relevante importancia. Consistía en un pequeño transmisor clandestino de ondas de radio, no mayor que un maletín de mano, que bajo la sigla PYL mantuvo comunicación directa durante 14 meses con el centro del nazismo en Europa, hasta que fue descubierto y clausurado por el gobierno chileno. Funcionaba en el fundo de Hans Holfbauer en Quilpué, una localidad rural al interior de Valparaíso.
Paisaje bucólico de Quilpué
Si bien no puede afirmarse que la población porteña apoyaba estas actividades de espionaje extranjero -conocidas en algún grado a pesar del sigilo propio de las labores de este tipo-, hay que considerar que la colectividad alemana, y por extensión la ideología nazi representada por agentes alemanes, era mirada con simpatía la primera y con tolerancia la segunda. Este efecto se debía al prestigio adquirido por algunas instituciones de servicio social y educativo existentes en el puerto, creadas por alemanes o activadas por ellos. La más considerada era el Hospital Alemán, Deutsche Hospital Valparaiso, fundado en 1875 en el cerro Alegre, que prestaba atención a la colectividad alemana residente, pero también a los desposeídos no alemanes. De acuerdo a ciertos investigadores, uno de los impulsores de la fundación del DHV, el doctor Enrique von Dessauer, nacido en München en 1830, habría sido judío.
Ex Hospital Alemán, cerro Alegre, Valparaíso
La otra era la Universidad Técnica Federico Santa María, erigida majestuosamente sobre la avenida España frente al océano en el cerro Los Placeres en 1931. Por testamento del multimillonario porteño radicado en París, Federico Santa María Carrera, educado en su niñez en una escuela alemana de Valparaíso, gran parte de su fortuna se destinó a este fin. La UTFM no era una institución alemana, pero en su reglamento se estableció que los primeros profesores fueran de esa nacionalidad. El primer rector fue el profesor Karl Laudien, y con él llegó un equipo de técnicos que se dedicó a formar a jóvenes porteños de escasos recursos en las carreras técnicas.
Universidad Técnica Federico Santa María, Valparaíso
El carácter abierto y poco comprometido de los porteños con lo que pasaba en la lejana Europa, permitía que se efectuaran marchas públicas de apoyo al nazismo durante la guerra, y más adelante la ciudad-puerto se constituyó en la cuna de este movimiento con elementos nacionales.
En 1990 el ideólogo criollo Miguel Serrano Fernández compró una casa en la avenida Alemania de Valparaíso, y en la fachada instaló dos suásticas de hierro. En el año 2000 atacó arteramente por la prensa al Museo Judío de Valparaíso, acusándolo de estar financiado por millonarias empresas internacionales judías, y nunca dio la cara al desafío que se le envió, por el mismo medio público, para acercarse a conocer la realidad de esa institución. Pocos años después se deshizo de la propiedad, y declaró a los periodistas que odiaba a Valparaíso por los homenajes que cada 21 de mayo se le rendían a Arturo Prat.
Tumba de Miguel Serrano Fernández, ideólogo del nazismo chileno